Meditación tercera.
De Dios, que
existe.
“Cerraré ahora los ojos,
me taparé los oídos, suspenderé mis sentidos; hasta borraré de mi pensamiento
toda imagen de las cosas corpóreas, o, al menos, como eso es casi imposible,
las reputaré vanas y falsas; de este modo, en coloquio sólo conmigo y
examinando mis adentros, procuraré ir conociéndome mejor y hacerme más familiar
a mí propio. Soy una cosa que piensa, es decir, que duda, afirma, niega, conoce
unas pocas cosas, ignora otras muchas, ama, odia, quiere, no quiere, y que
también imagina y siente, pues, como he observado más arriba, aunque lo que
siento e imagino acaso no sea nada fuera de mí y en sí mismo, con todo estoy
seguro de que esos modos de pensar residen y se hallan en mí, sin duda.” Esto es todo lo que él tiene por cierto, al menos
hasta ahora.
Establece como criterio de verdad la claridad y la
distinción: todas las cosas que concebimos de forma clara y distinta son
verdaderas. Algunas cosas que percibía por medio de los sentidos le parecían
ciertas, pero ahora las ha reconocido como dudosas e inciertas. Lo que en ellas
concebía como claro y distinto es que se le presentaban a su espíritu. Y en eso
se engañaba o su juicio no era verdadero, al menos en virtud de un conocimiento
que tuviera.
Luego se dedica a pensar si hay un Dios o no lo hay,
y si es engañador o no. “Ciertamente,
supuesto que no tengo razón alguna para creer que haya algún Dios engañador, y
que no he considerado aún ninguna de las que prueban que hay un Dios, los
motivos de duda que sólo dependen de dicha opinión son muy ligeros y, por así
decirlo, metafísicos. Mas a fin de poder suprimirlos del todo, debo examinar si
hay Dios, en cuanto se me presente la ocasión, y, si resulta haberlo, debo
también examinar si puede ser engañador; pues, sin conocer esas dos verdades,
no veo cómo voy a poder alcanzar certeza de cosa alguna.”
Las ideas no pueden ser falsas en sí mismas; “pues imagine yo una cabra o una quimera,
tan verdad es que imagino la una como la otra.” Hay tres clases de ideas: las
que parecen innatas, las que parecen ajenas (venidas de fuera), y las que
parecen inventadas por uno mismo. “Pues
tener la facultad de concebir lo que es en general una cosa, o una verdad, o un
pensamiento, me parece proceder únicamente de mi propia naturaleza; pero si
oigo ahora un ruido, si veo el sol, si siento calor, he juzgado hasta el
presente que esos sentimientos procedían de ciertas cosas existentes fuera de
mí; y, por último, me parece que las sirenas, los hipogrifos y otras quimeras
de ese género, son ficciones e invenciones de mi espíritu.”
La tarea que le ocupará ahora, será considerar
respecto de las ideas que parecen provenir de ciertos objetos que están fuera
de él, qué razones le fuerzan a creer tales ideas como semejantes a esos
objetos. “La primera de esas razones es
que parece enseñármelo la naturaleza; y la segunda, que experimento en mí mismo
que tales ideas no dependen de mi voluntad, pues a menudo se me presentan a
pesar mío.”
Pero esas ideas que vienen de fuera no son fiables,
pues puedo tener dos ideas distintas de una misma cosa. Por ejemplo del Sol, se
tiene la idea de que es pequeño cuando se observa, y la idea de que es grande
cuando se atiende a las pruebas que da la física de ello. Pero ambas ideas no
pueden ser semejantes a la cosa.
“La idea por la que
concibo un Dios supremo, eterno, infinito, inmutable, omnisciente, omnipotente
y creador universal de todas las cosas que están fuera de él, esa idea, digo
ciertamente, tiene en sí más realidad objetiva que las que me representan
substancias finitas... Ahora bien, es cosa manifiesta, en virtud de la luz
natural, que debe haber por lo menos tanta realidad en la causa eficiente y
total como en su efecto: pues ¿de dónde puede sacar el efecto su realidad, si
no es de la causa? ¿Y cómo podría esa causa comunicársela, si no la tuviera
ella misma?... Y de ahí se sigue, no sólo que la nada no podría producir cosa
alguna, sino que lo más perfecto, es decir, lo que contiene más realidad, no
puede provenir de lo menos perfecto... Para que una idea contenga tal realidad
objetiva más bien que tal otra, debe haberla recibido, sin duda, de alguna
causa, en la cual haya tanta realidad formal, por lo menos, cuanta realidad
objetiva contiene la idea.”
De aquí saca la conclusión de que si la realidad objetiva de una idea suya es
tal que pueda saber con claridad que no está en él ni formal ni eminentemente,
entonces es que no está solo en el mundo, y que existe otra cosa que es causa
de esa idea.
Entre sus ideas además de la que lo representa a él mismo
hay una idea de Dios, y otras cosas corpóreas e inanimadas. Pero las ideas de
otros hombres, animales o ángeles, podrían haberse formado por la mezcla de las
ideas de las cosas corpóreas y de Dios. “Por
Dios entiendo una substancia infinita, eterna, inmutable, independiente,
omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas
que existen (si es que existe alguna).” Pero una idea tal no puede proceder
de él, “y, por consiguiente, hay que
concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe. Pues, aunque yo
tenga la idea de substancia en virtud de ser yo una substancia, no podría tener
la idea de una substancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera puesto
en mí una substancia que verdaderamente fuese infinita.”
Se pregunta si podría existir en caso de que Dios no
existiera y de quién habría recibido su existencia. Solo cabría que fuera de él
mismo, pero si así fuese, entonces no dudaría de nada, nada desearía, y ninguna
perfección le faltaría pues no se habría privado de nada. Y no puede pensar que
no ha sido creado y que ha sido siempre como es ahora, porque “de haber yo existido un poco antes no se
sigue que deba existir ahora, a no ser que en este mismo momento alguna causa
me produzca y me cree de nuevo, es decir, me conserve” pues es necesaria la
misma fuerza y actividad para conservar algo que para crearlo. Y como él no
tiene poder de conservarse, no ha podido crearse, por lo que ha sido creado por
otro.
Dice que la idea de Dios no la ha adquirido por los sentidos,
ni es ficticia, por lo que es innata, ha nacido con él, al igual que la idea de
sí mismo.
Dios existe y es
perfecto, “por lo que es evidente
que no puede ser engañador, puesto que la luz natural nos enseña que el engaño
depende de algún defecto.”
-Objeciones y respuestas a
esta meditación.
-Objeciones de Hobbes.
No tenemos ninguna idea de Dios porque no tenemos
ninguna imagen de él, a no ser que nos parezca concebir lo inconcebible, pues
Dios es infinito y nosotros somos finitos, y lo finito no puede concebir lo
infinito. Pero “ el hombre, viendo que
debe haber alguna causa de sus imágenes o ideas, y otra causa de esa causa, y
así sucesivamente, llega por último a un fin, o sea, a una suposición de que
existe alguna causa eterna, la cual, pues no ha comenzado nunca a ser, no puede
tener otra causa anterior; y de ahí concluye necesariamente que hay un ser
eterno que existe, sin que, con todo, tenga idea alguna que pueda decir que es
la de ese ser eterno, pero designa con el nombre de Dios a esa cosa de que la
fe o la razón le persuade… Pues bien: como el señor Descartes ha partido de esa
suposición- a saber: de que tenemos en nosotros la idea de Dios- para probar el
teorema de que Dios existe, debió explicar mejor esa idea de Dios, y concluir de
ella no sólo su existencia, sino también la creación del mundo.”
-Respuesta de Descartes a Hobbes.
Dice que Hobbes sólo entiende idea como la imagen de
las cosas materiales pintadas en la fantasía corpórea, pero que él llama idea a
todo lo que el espíritu concibe de un modo inmediato, así, si desea como a la
vez concibe que desea, ese desear también lo considera como una idea. Además
dice que no viene a cuento lo que añade de la creación del mundo puesto que: “he probado que Dios existe antes de
examinar si existe un mundo creado por él; y por sólo existir Dios, se sigue
que, si hay un mundo, debe haber sido creado por él.”
-Objeciones de Gassendi.
Dice que por el mero hecho de que la primera certeza
a la que llega la conozca de forma clara y distinta, no tiene suficientes
motivos para decir que el criterio de verdad es la claridad y distinción. Una
regla así puede ser falsa, porque por ejemplo si el sabor del melón le aparece
como clara y distintamente agradable, puede decir que es verdad que se le aparece
así, pero no que el sabor del melón sea realmente así pues en su juventud no le
agradaba, y le era claro y distinto que no le agradaba.
Dice que parece que todas las ideas vienen de fuera,
y proceden de las cosas exteriores al entendimiento y perceptibles por los
sentidos. El espíritu puede recibirlas de forma clara y distinta, y también
unirlas y separarlas, formando las ideas ficticias. En cuanto a las ideas que
Descartes llama innatas, no cree que haya ninguna, todas tienen un origen
adventicio.
No se puede tener ideas claras sobre un substancia,
sino sólo sobre sus accidentes. De manera que no se puede poseer la realidad
objetiva de la substancia, ni tener una verdadera idea de ella.
Cuando Descartes dice que hay más realidad objetiva
en la idea de un Dios infinito que en la de una cosa finita, se equivoca. El
espíritu humano es incapaz de concebir la infinitud y no puede tener una idea
que represente una cosa infinita. Y por tanto quien dice cosa infinita atribuye
a algo que no comprende un nombre que tampoco comprende, puesto que esa cosa se
extiende más allá de cuánto él puede abarcar.
Cuando Descartes dice que si hay alguna idea cuya
realidad objetiva no pueda estar contenida en él, se sigue necesariamente que
no está sólo en el mundo; Gassendi dice que este razonamiento no sirve porque
él no es la causa de la realidad de las ideas, sino que lo son las cosas mismas
representadas por ellas, en tanto que dichas cosas le envían sus imágenes como
si fuera un espejo, aunque ello ocasione que, a veces, se figure quimeras.
Gassendi dice esto a Descartes: “Decís que las cosas que concebís acerca de Dios son tales, que no
pueden proceder de vos mismo, para inferir de ello que han tenido que proceder
de Dios. Nada más cierto, desde luego, que no proceden de vos mismo, y que no
habéis llegado a entenderlas por vuestros solos medios. Pues, además de los
objetos exteriores, sus ideas han partido, y vos las habéis aprendido, de
vuestros padres, de vuestros maestros, de los discursos de los sabios, y de las
conversaciones que habéis tenido con otras personas. Acaso me respondáis: soy
tan sólo un espíritu, y no sé si hay nada fuera de mí en el mundo; hasta dudo
de si tengo oídos para escuchar cosa alguna, y no sé si hay hombres con los que
pueda conversar. Podéis responder eso, pero ¿lo haríais, si en efecto no
tuvierais oídos, ni existieran hombres que os hubiesen enseñado a hablar?...
esas palabras que acerca de Dios pronunciáis, ¿no las debéis al trato de los
hombres con los que habéis vivido? Y si a ellos debéis las palabras, ¿no les
deberéis asimismo las nociones que ellas designan? Por lo tanto, aun
concediéndoos que no pueden proceder de vos mismo, de ahí no se sigue que
tengan que proceder de Dios, sino sólo de algún lugar que no sois vos mismo.” Con
esto pone en duda el hecho de que Descartes se haya deshecho realmente de todos
sus prejuicios.
-Respuestas de Descartes a Gassendi.
Gassendi mantiene que todas las ideas son
adventicias porque el espíritu puede unirlas y separarlas de forma que puede
crear las ideas ficticias, como si el hecho de que mi espíritu cree una quimera
por ejemplo a partir de las ideas de varios animales de los que tengo ideas
adventicias, fuera también una idea adventicia y no una creación de mi
intelecto.
Gassendi dice que una sustancia no puede ser
percibida por la imaginación, y sólo por el entendimiento, y que por eso no se
puede tener idea verdadera sobre ella, pero Descartes dice que él nada tiene
que ver con los filósofos que quieren emplear la imaginación, y no el entendimiento.
Además la substancia nunca puede ser concebida con arreglo a los accidentes, ni
tomar de ellos su realidad, sino al contrario.
Y dice: “Cuando
decís que formamos la idea de Dios a partir de lo que hemos oído y aprendido de
los demás, atribuyéndole las mismas perfecciones que hemos visto que le
atribuían otros, hubiese querido que nos explicarais de dónde han tomado esa
idea de Dios los primeros hombres, de los cuales hemos aprendido luego. Pues si
la tomaron de sí mismos, ¿por qué no podríamos hacer nosotros lo propio? Y si
Dios se la ha revelado, entonces Dios existe.”
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